Hola amigos de la literatura,
Uno de los géneros literarios que siempre me ha gustado es el de los
viajes y aventuras, y si hablamos de este tema, hay que mencionar a Julio Verne
obligatoriamente.
He leído muchos de sus libros, y he de decir que me encantan. Y una de
las razones por las que gusta tanto es por el buen manejo de uno de los
principios de La poética de
Aristóteles: la verosimilitud.
Es un concepto sencillo: al contar una historia, por muy fantasiosa que
sea, lo que se cuenta tiene que ser verosímil, creíble dentro del marco de
ficción de ese libro.
Y leyendo 20.000 leguas de viaje
submarino te crees que ese submarino puede surcar todos los océanos, o en Viaje al centro de la Tierra consideras
que igual hay un pasadizo en el volcán Snæfellsjökull de Islandia, aunque sabemos
que en el centro de la Tierra no hay un mundo perdido, sino roca fundida.
Basándose en De la Tierra a la
Luna, la NASA se planteó utilizar las hipótesis balísticas que postula
Verne, con lo que podemos deducir que hacía muy bien su trabajo, a la vista
está mirando el legado que nos dejó.
Algunos títulos como Viaje al
centro de la Tierra, 20.000 leguas de viaje submarino, De la tierra a la Luna,
Alrededor de la Luna, Cinco semanas en globo, Escuela de Robinsones o Los hijos del capitán Grant Me han
marcado, a mí como a tantos miles de personas, pero hoy quiero recordar uno
cuyo párrafo final me emocionó de manera especial: La vuelta al mundo en 80 días.
«¿Qué ganó con
todo aquel desplazamiento? ¿Qué le proporcionó aquel viaje? ¿Diríamos que nada? De acuerdo. Nada, salvo una encantadora mujer, que, por muy
increíble que pueda parecer, hizo de él el más feliz de los hombres. Y, a decir
verdad, ¿Quién no daría por menos de eso la vuelta al mundo?»
¿Qué más se puede decir? No dejes de leer a Julio Verne.
Un saludo y gracias por leer estas líneas.
Iñaki A. Lamadrid
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